Duelo


“No todas las lágrimas son malas” (Tolkien)

Autor: Jimena Mijares Fajardo

Fecha: Mayo del 2017

El duelo es el proceso por el que pasamos ante una pérdida. La pérdida es una ruptura con lo que ha sido nuestra vida hasta ese momento.

Puede ser cualquier tipo de pérdida: una ruptura de relación de pareja, un divorcio, el fallecimiento de un ser querido o de una mascota, jubilación o perder un trabajo, pérdida de una parte del cuerpo o cambios importantes en el estilo de vida.

Esa circunstancia necesita de tiempo y de formas adecuadas para enfrentarla. El tiempo no lo cura todo, depende de lo que hagamos con él. El tiempo medio de duración del duelo varía de persona a persona, depende de si ésta es resistente al estrés y puede ver los cambios como oportunidades de crecimiento; o si se derrumba fácilmente ante los problemas.

SINTOMAS

El duelo es una experiencia personal, a cada quién le afecta de forma diferente. Aun así, hay ciertos aspectos que son común en la mayoría de las personas:

En el cuerpo: dolor en el pecho y garganta, sensación de falta de aire, tensión muscular, insomnio, pesadillas, pérdida del apetito, falta de energía, fatiga, dolor de estómago, dolor de cabeza (Alario 1996, citado por Trallero 2015).

Emocionales: desesperanza, falta de ilusión, falta de interés, apatía, ideas repetitivas, olvidos frecuentes, irritabilidad, enojo, rabia, impotencia, miedo, sensación de abandono, desamparo, culpa, soledad, vacío y cambios de humor.

En la forma de pensar: confusión e incomprensión, es habitual que en los primeros momentos cueste creer lo que ha pasado. Tener la sensación momentánea de que lo perdido sigue presente. Recordar mucho lo sucedido. Cuestionarse los porqués de la pérdida. También existe dificultad para realizar tareas sencillas y embotamiento mental. Hay cuestionamientos de creencias.

Otros: aislamiento social, consumo abusivo de alcohol y ponerse en situaciones de riesgo.

FASES

  1. Negación: no poder aceptar la realidad de la pérdida. Estado de shock que funciona para amortiguar el dolor. Es común pensar “no es real, esto no está pasando, no puede ser…”
  2. Ira: hay tristeza disfrazada de enojo, el cual puede estar encaminado hacia la persona o cosa perdida, hacia uno mismo, hacia personas que están alrededor o hacia seres divinos dependiendo de cada religión. Es común pensar “es injusto, por qué a mí…”
  3. Negociación: existe la esperanza de no tener que atravesar el dolor y se hacen cosas para distraerse. Además, hay sentimientos de culpa por no haber realizado todo lo posible para evitar la pérdida o por no haber disfrutado lo suficiente. Es común pensar “hubiera”.
  4. Depresión: la persona tiene sentimientos de tristeza, vacío, miedo, preocupación. Presenta cambios en su forma de comer, de vestir, de relacionarse, en sus horas de sueño y en su nivel de energía. Este tipo de tristeza es adaptativa porque ayuda a darse cuenta del problema y buscar ayuda. Llorar la pérdida libera estrés y ayuda a sanar la herida. Es común pensar “lo extraño”.
  5. Aceptación: se aprende a vivir de forma distinta y se aceptan los cambios que trae este nuevo estilo de vida sin esa persona o trabajo que perdimos. Se trata de recordar nuestra perdida, sin olvidar la alegría de vivir, de focalizar la energía en el presente. Es común pensar “he aprendido”.

COMPLICACIONES

Si en la infancia no se recibió cariño de forma adecuada por parte de los padres o cuidadores, la persona temerá a ser abandonada y vivirá las pérdidas con mayor dificultad.

Las pérdidas implican estrés. Si la persona tiene un mal manejo del estrés en situaciones en general, se sentirá sobrepasada para poder enfrentar. Por ejemplo, una estrategia inadecuadas, sería evitar el problema consumiendo alcohol.

Tener poco apoyo por personas cercanas dificulta la recuperación. Entre mejor esté la red social de la persona, mejor será el pronóstico.

Si deseas consultar a una psicóloga en Puebla para aliviar el dolor de alguna pérdida importante en tu vida.


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Bibliografía: Trallero, C. (2015) Intervención en duelo. Universidad de Barcelona. Kübler Ross, E. (2003) Sobre la muerte y los moribundos. Barcelona: de Bolsillo.



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Un buen sueño, favorece la atención, concentración, memoria, aprendizaje y fomenta un mejor comportamiento. Un mal sueño (cantidad y/o calidad) puede hacer que nuestro hijo esté más activo o irritable de lo normal, que tenga problemas de aprendizaje o que baje su rendimiento académico.

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