La disciplina es una misteriosa cara del amor; hoy en día este concepto ha sido devaluado y malinterpretado por la sociedad, se piensa que al implementar la disciplina en casa es como si volviéramos años atrás, cuando los padres eran autoritarios y rígidos, como si esto afectara a los niños gravemente al punto de causar traumas que saldrán a la luz en algún futuro; cuando por el contrario, una disciplina asertiva puede hacer que los niños tengan un mejor desarrollo en cualquier ámbito de su vida.

Todo padre busca el bien de sus hijos, que tengan un futuro exitoso tanto personal como profesional; no hay mejor manera para lograr esto que la disciplina asertiva, haciendo que las normas no solo se cumplan porque sí, sino que estas se vayan interiorizando y se conviertan en parte de la persona.

De esta manera podríamos fomentar la tolerancia a la frustración al enseñar a los pequeños que comprendemos que no les guste alguna comida o que quieran un juguete en ese mismo instante, pero que no siempre se va a ceder ante sus deseos, expresándole con amor que entendemos su enojo, frustración o tristeza ante diversas situaciones pero que nuestra respuesta ante estas circusntancias se mantiene.

Un niño sin disciplina, será alguien que tenga un pobre concepto de sí mismo. Piénsalo un momeno, un niño al que siempre se le está dando todo en las manos, facilitándole el camino… Todo eso resultará en su incapacidad para resolver problemas, el mundo se le vendrá abajo cuando las cosas no salgan de acuerdo a lo que él planeo.

Es muy cierto que no hay nadie que te enseñe como ser padre, pero también creo que una de las características de ser papá y/o mamá es el brindar las herramientas necesarias a los pequeños para que puedan desenvolverse satisfactoriamente en el medio que les rodea.

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