Aprende a decir: "NO"


“Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es que no.” (Gabriel García Márquez).

Autor: Yolanda Fajardo Ponce

Fecha: Septiembre del 2018

¿Alguna vez has escuchado esta frase de Gabriel García Márquez? “Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es que no.” ¿Por qué esperar a los 40 años?, ¿Qué hace que cueste tanto trabajo a mucha gente, decir “no”?


Estas son algunas causas de por qué a veces es muy difícil decir NO:

  1. Por tratar de ayudar.

  2. Por complacer.

  3. Por verse generoso.

  4. Por dar una buena imagen.

  5. Por temor a ser rechazado.

  6. Por vergüenza.

Miedo de ser maleducado: algunas personas -dependiendo de la cultura- pueden pensar que decir No es un signo de mala educación.

Querer ayudar: si tienes el valor de la solidaridad quieres ayudar siempre a los demás, aunque consuma tu propio tiempo.

Querer encajar: hemos evolucionado para mantenernos en grupo, somos seres sociales y hace miles de años si te buscabas la vida por ti mismo tenías muchas probabilidades de morir.

Miedo de crear un conflicto: puede que tengas miedo de que la otra persona se enfade porque le rechaces.

Miedo de perder oportunidades: puede que te preocupe el hecho de que decir No te puede cerrar alguna puerta. Por ejemplo, diciendo no a una oferta de trabajo podrías perder oportunidades en el futuro.

Demoran su respuesta para no tener que decir no (esperando que así el otro lo olvide). No dicen “no” en el momento, pero después no hacen aquello a lo que se comprometieron. También puede ocurrir, en el extremo contrario, que no sean capaces de decir que no y soporten las características de aquello a lo que se comprometieron a pesar del malestar que les produce. No saber decir no les trae consigo problemas en su vida cotidiana, social o laboral.

Baja autoestima: no se sienten valiosos como para expresar su negativa, y el hecho de no expresarla les hace sentirse inferiores.

Su tono de voz suele ser bajo y el habla poco fluida. Su comunicación no verbal es inhibida (poco contacto ocular, gesticulación demasiado suave) y no apoya a la comunicación verbal. Suelen apoyarse en otras personas que ellos consideran “más fuertes” para que hagan de “poli malo” y digan que no en su lugar. En ocasiones muestran un estilo de comunicación agresiagresivo-pasivo; por ejemplo, dejan de hablarte, te hacen el vacío, etcétera.

La dificultad para “decir no” es una de las más comunes con la que nos encontramos en muchas personas que nos solicitan ayuda o cuando exploramos el área de asertividad y habilidades sociales.

Cuando interaccionamos con otros, nos convertimos en sujetos pasivos de dicha observación (desde cómo nos comportamos, qué decimos, cómo reaccionamos…). Esto nos condiciona a que casi siempre intentemos dar la mejor imagen de nosotros mismos a nuestro interlocutor, puesto que de lo contrario nos sentiremos juzgados y podremos tener la sensación de que no somos bien aceptados por los otros. En una sociedad como la nuestra, aunque el individualismo aflore nuestra propia competencia en un mercado que emerge continuamente, no podemos olvidar que somos seres sociales que necesitamos a los otros y que es difícil que nuestra valoración intrínseca sea positiva si no contamos con el apoyo de nuestro entorno.

Por tanto, si sumamos distintos ingredientes: la opinión de los demás, la aprobación de los otros, el ser considerado y valorado…unido a una tradición cultural en que el sentimiento de culpa en mayor o menor medida vertebra nuestras personalidades afectando a los derechos individuales; entonces tenemos la tarta perfecta para que de primeras a todos nos cueste en principio “decir no”.

La pregunta que se nos plantea es cuando esta dificultad para “decir no” se convierte en un obstáculo que interfiere en nuestro funcionamiento diario, para valorar realmente si sería objeto de estudio y tratamiento.

Existe una condición vinculante entre el saber decir no y lo que se conoce como la respuesta de Asertividad; definida ésta como “la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás”. Dicho lo cual, manteniéndonos en el tema que nos ocupa, una persona asertiva es aquella que además sabe mostrar su postura hacia algo, explicando sus sentimientos y que cuando algo no lo quiere lo expresa abiertamente de una forma adecuada. Para disponer de habilidades sociales adecuadas debemos contar con conductas de asertividad.

Muchos de los lectores se preguntarán por qué si uno sabe cuál es la teoría sobre cómo proceder, nos cuesta tanto ponerlo en la práctica y “decir no” a un jefe, a un amigo, a un compañero, a un vecino, a nuestra pareja…

Normalmente existe un denominador común y es el miedo al rechazo de los demás.

Decir no ¿cómo mejorarlo?

Es importante tener en cuenta la historia biográfica personal y social de la persona (cómo nos hemos ido relacionando con el entorno, si ha habido algún incidente de rechazo por parte de algún compañero o colectivo, valorar la autoestima como fuente principal del germen de una buena predisposición hacia una correcta conducta asertiva…)

Una vez que hemos recogido tales datos, es importante realizar un buen análisis sobre los errores en la forma de pensar ideas irracionales o distorsiones cognitivas. Tal como señalaba el Albert Ellis muchos de nosotros sostenemos algunas creencias que constituyen obstáculos hacia la posición de “decir no”: “es necesario para un ser humano ser querido y aceptado por todo el mundo”, “uno tiene que ser muy competente y saber resolverlo todo si quiere considerarse necesario y útil”, “uno debe de estar permanentemente preocupado por los problemas de los demás”. Estas creencias se trabajan en la terapia psicológica.

El siguiente paso “sería dar pautas específicas que nos ayuden a poner en práctica las conductas apropiadas para saber “decir no”; como la técnica del “Disco rayado” entre otras. Para manejar adecuadamente estas técnicas lo ideal es que sean dirigidas por un profesional que entrenará lo que más dificulta a la persona, basándose en la presunción de no tener que justificar el NO, reafirmándonos en la negativa si persiste nuevamente la petición.

Si deseas conocer más sobre decir que no y asertividad, contacta a nuestros psicólogos en Puebla, en el Centro de Psicología Integramente.

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